lunes, 25 de junio de 2007

La semilla de la venganza y otra pérdida

Fueron 7 días en el infierno, 168 horas de terror, 10.080 minutos de sufrimiento. Más de seiscientos mil segundos que lo marcaron de por vida y quedaron grabados a fuego en su memoria para recordarle que el mal existe y aún hoy esta refugiado en su cuerpo bajo la dulce manta de la venganza.

Desde el momento en que dejó la casa, él notó que algo había cambiado y en el viaje de regreso ya sentía que la vileza se había adentrado en lo más profundo de sus entrañas. En el trayecto que separa a la costera ciudad de la Capital la semilla del odio que le habían plantado con cada broma empezó a germinar, desprendiendo un extraño aroma a azufre. Los demás pasajeros atribuyeron el vaho del aire al incasable sol que con sus rayos incesantes calentaba el asfalto de la ruta y derretía las llantas del micro. Pero él sabía que su demonio interno era el encargado de llevar al autobús el clima y los efluvios del infierno.

Una vez en su casa se replegó a revivir cada uno de aquellos momentos para no dejar escapar al odio que había engendrado. Y en pocos días le dijo adiós al trabajo, a la facultad, a su pareja y a su familia para focalizar todas sus fuerzas en planear una revancha contra esas personas que lo habían degradadado hasta hacerlo sentir infrahumano.

Se adueñó del viejo locutorio donde trabajaba y lo convirtió en su vivienda, una vivienda oscura, fría, inerte, sin vida. Encerrado durante casi tres años en el cubículo con vidrios polarizados aprendió todos los secretos de Internet, que se convirtió en su fuente de dinero para todas las acciones que emprendería.

También por la misma vía financió un proyecto científico que llevó al plano real al insecto dueño de sus peores pesadillas: una gigante polilla de laboratorio creada por alteraciones genéticas, que terminó siendo su mascota y única compañía. No conforme con eso, el trauma que le generó el episodio del ojo de vidrio en ese pequeño boliche de Miramar llamado Chiwawa lo desequilibró emocionalmente hasta tal punto que ocupó una de sus pupilas con una gélida esfera de cristal.

Una vez que juntó todo el dinero que creía necesario empezó con su plan, que consistía en arruinar todos los proyectos que sus verdugos habían encarado como grupo. Así llego la explosión del club Chacabuco, la compra del bar, la eliminación de varios torneos de fútbol y demás. Cuando la duda se apoderó de sus enemigos, empezaron las amenazas y la intimidación de que no se junten más si querían seguir con vida. Y con la sangre de Ariel en sus manos le dejó al miedo la tarea de separar a los amigos. El sabía que ese simple hecho de no poder reunirse iba a hacerlos sufrir más que la propia muerte.

Después de diez años de haber saciado su sed de venganza y velar para que no se agrupen, una visita al mail de Ariel que él tenía hackeado lo puso nuevamente de alerta. Y una carta que volaba en una cotorra llevando el mensaje de una posible reunión bastó para que reinicie con su revancha.

Ahora se encuentra frente a su tercera víctima, que está colgada pasivamente del cuello con una delicada corbata escocesa. Mientras contempla ese cadáver con una maquiávelica sonrisa entiende que aquel odio que había florecido en su interior después de las vacaciones se iba a terminar de ir recién cuando aprecie personalmente el ocaso de todos esos verdugos que lo mataron en vida.

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Apenas se enteró de que su abuelo había sido asesinado, lo primero que quiso Gonzalo fue marcharse bien lejos. Pero desde que tuvo la charla con el sacerdote Juan Cruz el joven no puede escapar s sus pensamientos. Se pasa las horas intentando encontrar alguna solución a esta vida sin vida; buscando un plan para poder vengar a Ariel y a su amigo, que para él murió por su culpa.

Escuchando música para no sentirse tan sólo, camina por las calles ensortijado entre los sueños y la confusión. Pero mientras recorre la ciudad absorto en sus adentros, su melodiosa compañía es interrumpida por el boletín informativo, que le da una noticia que lo vuelve a cargar de culpas:

“Otro suicido en el mundo del fútbol: Murió el exitoso abogado y empresario Facundo Miralles. El cuerpo apareció colgado en su oficina.. Los periodistas hablan de un negocio fracasado, de un desencuentro amoroso y hasta relacionan la muerte de él con la del presidente de Boca, especulando que eran más que simples amigos. Luego de incursionarse en el mundo del deporte representando al mejor jugador de Golf de los últimos tiempos, Miralles se orientó al fútbol y en la actualidad tenía en su harén a los futbolistas más destacados de Argentina y Europa. Además, era uno de los principales accionistas del Club Atlético Boca Juniors, donde su hijo lleva la capitanía hace más de…”.

Antes de que el locutor termine de hablar, Gonzalo apaga la radio y da paso libre a su imaginación para empezar a autoflagelarse. Los fantasmas de la muerte merodean a su alrededor y la culpa se apodera de su turbado cerebro. Confundido, se sube al primer taxi que pasa y se dirige a la oficina de Miralles en Puerto Madero, pero la Policía no le da ninguna información.

En una carrera contra el tiempo recorre diarios, cementerios, morgues y comisarías, pero nadie le brinda ningún dato sobre el paradero del cuerpo de Miralles ni el funeral. Un hermético silencio enmarca la muerte del exitoso abogado y Gonzalo sabe que los amigos de su abuelo son los responsables de tanto misterio. La Comunidad del Trébol está empezando a actuar como una cofradía para cuidar a los suyos.

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Estimados amigos:

Esta historia llego a mis manos misteriosamente algunos meses atrás y desde ese momento, como ustedes bien saben, me desvanecí, convirtiéndome en un hombre sin sombra. Cuando las letras aparecieron el primer lunes, el miedo se apoderó de mí, pero desde mis adentros algo me dijo que la única manera de recuperar la identidad era contándole el relato a ustedes, los protagonistas de esta historia real que todavía no ocurrió.

Hoy, a casi tres meses de aquel domingo de presentación, la sombra sigue sin acompañarme a ningún lado, la soledad me carcome por dentro y por fuera, el espejo esquiva mi reflejo y temo desaparecer sin que nadie se acuerde de mí. Pero después de haber relatado las memorias de esa comunidad que vanagloria a la amistad ya no me preocupa recuperar mi forma corpórea. Desde hace algunas semanas me paso el día tratando de averiguar alguna manera de ayudarlos, buscando alguna alternativa que evite este trágico final. Ya no escribo para recuperar mi identidad, escribo para que conozcan la trama de su futuro y tengan las herramientas para pelear con él.

Tuve numerosas discusiones sobre la existencia o no del destino, sobre esa posibilidad de que nuestra historia esté escrita y no podamos hacer nada para cambiar el rumbo de nuestras vidas. Y estoy convencido que no es así, estoy convencido que podemos luchar por lo que queremos hasta conseguirlo, etoy convencido de que nuestra historia la escribimos nosotros con risas, lágrimas, victorias y derrotas. Todos podemos caer, pero la clave no es estar siempre de pie, sino ponerse de pie cada vez que caemos. Sólo asi podemos seguir adelante.

Espero que conocer su historia los ayude de alguna manera a revertir esta situación y puedan pasar su vejez jugando todos alrededor de una mesa y no escapando de los fantasmas del pasado. Desde mi humilde lugar, también haré todo lo posible para que lo logren. Como supe decir anteriormente, nuestros caminos cruzaron y ahora ya los estamos recorriendo juntos.

Filippo