lunes, 28 de mayo de 2007

Del cabaret al Norte argentino

Mientras los brazos hacían un esfuerzo sobrehumano para llegar a cubrir la cabeza y sesgar el golpe contra el piso, el sol derramó sobre Gonzalo sus intensos rayos. Sin pedir permiso, la luz brillante bañó su rostro con un reflejo enceguecedor y el joven quedó encandilado. Con las pocas fuerzas que le quedaban, abrió los ojos y la luminiscencia le lastimó las retinas. Pero aún así pudo distinguir desde el piso a un extraño anciano que se estaba bajando de un auto. Los iris celestes del viejo denotaban alguna perversión y su larga melena rubia no brillaba por la cantidad de partículas de polvo que había entre cada uno de los pelos. El hombre pasó junto a Gonzalo sin mutarse, cruzó una mirada desinteresada con los guardias y entró al set de filmación de Clooney Producciones.

Ahora que todos los cuentos parecen el cuento de nunca empezar, Gonzalo repasa cada uno de esos momentos tratando de recordar quién es el personaje. Ese pérfido rostro le resulta conocido y no está dispuesto a pegar ninguno de sus lastimados ojos hasta descubrir quién es el anciano. Cansado de luchar con sus fantasmas internos, se incorpora y empieza a revisar entre las fotos que eran del abuelo. En un viejo álbum de un viaje a Entre Ríos, esa singular cara se vuelve a repetir. Apresurado, Gonzalo busca entre los mails que recuperó de la casilla de su abuelo el nombre de ese amigo: Pablo Ussia. Con premura entra en el buscador Google, que tan bien sabe utilizar, y horas más tarde ya se encuentra frente al lugar donde seguramente encontrará a Pablo, el cabaret Jenny’s.

Luego de recibirse de abogado y ganar algún que otro juicio, Ussia juntó plata, se inclinó por el negocio que siempre le interesó y abrió su propio piringundín. Hoy, 35 años más tarde, la cadena de cabarets Jenny’s tiene renombre internacional y turistas de todo el mundo vienen a la Argentina para conocer a las chicas, que el dueño selecciona personalmente. Con timidez, Gonzalo entra en el gigante de cemento con luces fluorescentes y varias cenicientas de saldo y esquina se acercan a él. Gonzalo está en el baile y decide bailar.

Luego de una observación general elige a una morocha que minutos antes salió de la oficina del jefe. Tras un jugueteo inicial de unos minutos y media hora de sexo desenfrenado, Gonzalo siente que ya está en confianza con la profesional de la noche y decide preguntarle por Ussia. Un gran error: la mujer ensaya una respuesta inventada, dispara una excusa sin sentido y deja al joven sólo en el cuarto. Segundos después, dos patovicas entran violentamente a la habitación, seguidos por Ussia.

- Pendejo, yo no voy a ser tan gentil como Vitale ni mis patovicas son travestis. Me enteré que estás preguntando por la muerte de tu abuelo, mejor dejá de averiguar. La investigación periodística murió cuando enterraron a Enrique Sdrech, ese viejo que era ídolo de Ariel. No intentes hacer nada, te lo digo por tu bien.

Apenas termina la frase, Ussia deja la habitación y el puño de uno de los guardias se estrella con fuerza en el cuerpo de Gonzalo. El golpe se hace sentir en el pecho y el aire sale violentamente de sus pulmones con unas gotas de sangre. Cuatro manos, cuatro botas y dos palos se encargan de darle una golpiza aleccionadora durante varios minutos. Después, es arrojado inconsciente en los restos de la cancha de atletismo de Parque Chacabuco. Parece ser que la investigación que empezó siendo un pasatiempo se está complicando.

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Horas más tarde, un grupo de chicos encuentra el cuerpo de Gonzalo y una ambulancia del SAMEes la encargada de llevarlo al Sanatorio Mitre. La golpiza le vale una semana de reposo absoluto, cuatro puntos en la espalda y un yeso en la mano, pero las consecuencias de las heridas, que podrían haber llegado a ser muy graves, se hacen leves gracias a la cálida atención de una rubia doctora entrada en años que que conocía bien a su abuelo y sus amigos y le brinda un cuidado personalizado.

Luego de inventar un robo ante la familia para ocultar su visita al cabaret y lo que está averiguando, Micaela se responsabiliza por el estado de Gonzalo: desde que su hijo presenció la cremación de su abuelo está muy raro y para que pueda superar semejante golpe decide regalarle un viaje al Norte. La falta de datos, las preguntas sin respuestas y el dolor de los golpes generan en la cabeza de Gonzalo un mar de dudas. La historia oculta detrás de la muerte de su abuelo no lo deja dormir, pero la memoria de cada trompada, cada patada y cada palazo que recibió lo obligan a descansar. El joven va a hacer turismo al borde del abismo y la decisión de seguir o no con su búsqueda llegará en Jujuy mirando los distintos tonos del Cerro Siete Colores.

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Como si fuera un recorrido que tiene al cielo como última estación, las localidades más atractivas del Norte argentino ascienden desde la capital de Jujuy hacia el ártico de forma rápida y vistosa, dejando atrás los colchones de nubes que cubren a los valles. Pero mientras los metros sobre el nivel del mar aumentan y dan a conocer nuevos pueblos, el tiempo retrocede hasta la época prehispánica, cuando los aborígenes autóctonos que hoy reciben a los turistas llegaron a esas alturas para no irse jamás. Bajo la mirada de multicromáticas montañas, Gonzalo recorre las estrechas calles de tierra de Tilcara, disfrutando cada puesto de la feria de artesanos. Entre esos hombres y mujeres de tez oscura la gran atracción es un artesano blanco que hace trenzas con la ayuda de sus dos hijos orientales. Parado, el anciano no llega a 1,60 m y su cara de “gnomo lindo” se ve resaltada por las rubias trenzas que le cuelgan de su escasa cabellera.

En ciertas ocasiones, alejarse de las cosas es la mejor solución para poder crecer, porque la distancia sirve para valorar, analizar y reveer el pasado en vistas del presente y el futuro. En esta oportunidad, Gonzalo tuvo que alejarse miles de kilómetros de la tumba de su abuelo para encontrar otra punta a un ovillo que parecía imposible de desenredar. Cuando ese artista con pera prominente se da vuelta a tomar el vaso de Fernet que tenía sobre una piedra, Gonzalo ve en su pierna esa imagen que no hace semanas no lo deja descansar: el trébol de cuatro hojas con el sello chino dentro. Sin saberlo, encontró a Mariano Mola, el integrante de la Comunidad que se autodesterró después de la muerte de su abuelo.

Una petaca de Branca y un pequeño bonsai sirven para que Gonzalo y Mariano entablen una amistosa conversación. Merendando porros, el joven olvida que puede averiguar algunas cosas con el anciano y las horas pasan deprisa entre el humo y la risa. Pero el ambiente afable se corta como con un cuchillo cuando Gonzalo dispara al pasar que su abuelo se llamaba Ariel y tenía un tatuaje similar al del hippie. Los recuerdos de momentos compartidos levantan una barrera entre ambos que dura varios minutos y recién se rompe cuando Mariano alza la mirada y deja ver unos ojos rojos con una fina capa de lágrimas. Sin dejar que Gonzalo hable, Mariano dice:

- Yo sabía que este momento iba a llegar tarde o temprano. Cuando murió tu abuelo me aislé en una montaña de acá porque me sentí culpable de eso y la posterior separación del grupo. Todavía no sé si estoy preparado para hablar, pero si hay alguien que se merece saber la verdad sos vos. Vos no te acordás de mí, pero yo te voy a contar la historia de la persona que nos persigue.


"Las mejores cosas llegan cuando uno menos lo espera". La filosofía de la calle no erra y en el preciso momento que Gonzalo pensaba abandonar la búsqueda de la verdad, la verdad lo encuentra a él.

16 comentarios:

Anónimo dijo...

la medica rubia soy yooooooooooooooo jajajajaajja :P :P

Anónimo dijo...

upa filippo cada vez mas interesante, cada dia te amo mas papito!!!!!! es buenisimo las descripciones de cada uno, el que los conoce se da cuenta de cuan acertadas y lo que se acercan a la realidad,tal vez un poco exageradas pero buenooooooooo, sos un idolo!!!!! besos

Anónimo dijo...

la verdad es q sos un caramelo, claramente escribis tambien como haces el amor, bueno no se si tanto pero escribis muy muy bien, segui asi filipito la historia me atrapa me envuelve y me calienta un poco mas cada vez q la leo
un besote muak¡¡¡¡¡ saluditos a vita q es otro bombonazo

Anónimo dijo...

Este falluto de filippo hace demasiadas apologias a sabina...

Ariel dijo...

1) Al q escribio arriba: no son apologías, es una especie de homenaje a un autor como Sabina. Siempre q uno escribe tiene las influencias de lo q mira, escucha, lee o siente.
2) Siguen los mensajes de los amigos gay. Apuesto q el de esta semana es Mauchy jaja..

Anónimo dijo...

Cortenla que Filippo está conmigo.
La mujer invisible.

Anónimo dijo...

Callateeeee, la medica rubia soy yo nena!!!!
GISELLE RIMOLO

Anónimo dijo...

Filippo no te puedo ver!!! (sos invisible)

Anónimo dijo...

Escribieron: Lechi, mauchi y obvio.. el recien llegado vitale..
Mauchi.. conseguiste flor en jujuy? como se desayuna eso?

Anónimo dijo...

Excelente Filippo!
Además de la precision de las descripciones, rescato las frases q se pierden por ahi (y no precisamente las de sabina).
Beso Grande...JG.

Anónimo dijo...

Coincido con el que comento arriba hay algunas frases que son muy buenas. Lo unico q faltaba es q te me hagas el filosofo, pero te sale bien. Segui asi filipo

Anónimo dijo...

Filippo un 10 este capítulo!
La médica Rubia será Mili? Q opinas Ju4n?
La hermana mayor...

Anónimo dijo...

fili cada capítulo que pasa te amo más

Anónimo dijo...

Hola Filippo, soy pato villanueva, te escribo para decirte que es muy cool esta historia, y espero que proximamente, salga en cines.

Anónimo dijo...

Buenas gente, llegue a este sitio por casualidad, ya que tengo un amigo en comun a ustedes,bueno la verdad no tengo palabras, me parece bueno que la juventud haga estas cosas, antes de que se pasen el dia consumiendo pornografia.
Marcelo Tauro

Anónimo dijo...

Hoy no nos vas a cagar eh!! Ya son las 23.15 y el capitulo no esta!